"Lleva a un hombre ciego a Lycia e inmediatamente el olor del aire le dirá donde se encuentra. El perfume acre de la lavanda, el aroma picante de la menta y el tomillo silvestre, se lo dirán."

Cevat Şakir, Halikarnas Balıkçısı (El pescador de Halikarnas)


domingo, 5 de junio de 2011

Día 5: Sidyma-Gavuragili






Desayuné con Madinah, Ruji ya había salido con las cabras desde las 5 y media de la mañana y Songül con los dos hijos se había ido a tomar un transporte hacia Fethiye. Madinah me acompañó con el ternero, al que llevó a beber agua, hasta donde estaban las marcas de la ruta. Apenas comencé a caminar hay más restos de lo que fuera el ágora de Sidyma hace dos mil años. Estaba sacando fotos y una señora, vecina del lugar me invitó a su casa a tomar té pero le expliqué que acababa de desayunar y quería comenzar el camino.
El camino va, en esta primera parte, vadeando un arroyo seco, o sea caminando por las piedras que antes conformaban el lecho, o bien por los costados. Sube. Sube un buen rato y luego deriva en pequeños senderos de montaña entre sombras de olivos o pinos que llevan hasta un punto en que hay que trepar por piedras desbarrancadas de la ladera hasta un camino ancho de tierra. Fue duro. La pendiente era muy empinada y resbaladiza y yo con mi mochila pesada. Mi ventaja es haber nacido laxa y de piernas fuertes, porque me permite llevar una pierna hacia adelante, cargar en ella todo el peso y levantarlo, y la otra pierna, muy estirada atrás hace contrapeso en alguna raíz o algún árbol. Así todo, laxa y piernas fuertes, trastabillé o el suelo me engañó y me fui para abajo unos metros. Respiré, tomé fuerzas y medio ladeando la pendiente, de côté, diríamos, llegué al camino. Este es un camino nuevo, ancho. Por él venía un don viejito muy simpático con su callado de pastor. Nos saludamos. La ruta continúa poco después por la ladera de enfrente donde se toma otro sendero de montaña entre el bosque que lleva a un nuevo camino ancho que termina en el pueblo de Bel.
Bel es un pueblo de unas diez casas, Sidyma eran cinco o seis. Ahora estoy Gavuraigli donde si bien hay unas cuatro o cinco casas, queda una sola familia viviendo, y acá estoy yo. Cuando me vieron llegar me gritaron Hos gelidininz! Bienvenida. Me ofrecieron pensión y comida. Acepté armar la carpa y me ofrecieron una plataforma de madera con suelo de plástico. Espero que no se vuele porque por supuesto no he clavado las estacas, pero Fatma, la señora me dio hilo y con el peso de la mochila si esto volara sería un milagro. Estoy sobre la plataforma con la carpa montada y atada a un olivo.
Mucha gente sale al cruce del camino a ofrecer hospitalidad.
El camino que sigue de Bel a Belcegiz es también una especie de ruta de tierra. Iba caminando, la gota gorda, algunos olivos salteados en las banquitas daban respiro al solazo y justo en la unión de dos caminos apareció un auto tipo furgoneta con dos jóvenes. Uno de ellos trabaja en la compañía española de tomates orgánicos San Marino, me llevaron hasta el final de esa ruta para retomar el camino Lycio. En Belcegiz hay dos casas.
En esta parte transcurre en un pinar, es fácil perderse en ese bosque fresco. Es frondoso, oscuro, y es difícil seguir las marcas, pero como d’habitude, dejé la mochila y salí a buscar la marca. Luego del pinar el sendero baja hacia el mar y hacia otras dos de las siete narices, ya las últimas, porque al subir a Sidyma dejé de ver el mar ya que es montaña adentro.
Después del pinar, la ruta que baja hacia el mar, va por un camino angosto de piedras puntudas que se llama el camino militar. Llegando a una cisterna con agua muy sucia me encontré con una pareja de franceses que viene haciendo toda la ruta pero alrevés, comenzando desde Antalya. Charlamos un rato, a pico seco porque el agua estaba llena de larvas, y la lata oxidada, pero igual la enjuagamos y nos mojamos la cabeza, y luego cada cual su ruta.
Se sigue bajando al mar, hay varios desvíos, pero el paisaje lo vale, vale todo. Hay olivos añejos, pinares frondosos, alguna que otra parte con arbustos bajos y enebros y luego los campos sembrados llegando a Gavuragili.
Fueron 20 kilómetros! Ni yo me lo creo.
La comida cena con Fatma fue completísima y riquísima, verduras guisadas, ensaladas, verduras con yugur y postre. Agua para el mate y buena compañía. Naim y Fatma y ahora acaban de llegar un turco y dos alemanas que andan haciendo alguna parte de la ruta Lycia. El turco, Turgen se cayó pero le fue peor que a mí. Tiene el pie a la miseria y no sabemos si podrá continuar el camino.

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