"Lleva a un hombre ciego a Lycia e inmediatamente el olor del aire le dirá donde se encuentra. El perfume acre de la lavanda, el aroma picante de la menta y el tomillo silvestre, se lo dirán."

Cevat Şakir, Halikarnas Balıkçısı (El pescador de Halikarnas)


sábado, 11 de junio de 2011

Día 12: Kas (Antiphellos)-Liman Agzi (y un poco más allá)






Más fotos en: http://www.facebook.com/media/set/?set=a.2142564724060.128894.1244465731&l=e792dab172
La caminata de hoy, hablando mal y pronto fue una poronguita. Me refiero a la distancia recorrida, al tiempo que me llevó. El paisaje Bellísimo. Los precipicios, vertiginosos.
La ruta Lycia, en este tramo, camina encaramada a la verticalidad del acantilado. Por los lugares donde uno accede a lo que fueron construcciones, casas, tumbas o almacenes, se nota que antes, hace dos mil quinienos años, el mar estaba más lejos.
Verán en alguna foto que tomé de una de esas casas incrustadas en la piedra, que no tuve más margen hacia atrás para tomarla más amplia. Un paso atrás y era un paso en el aire.
Hice el camino dos veces. Fui por el de la costa, el del precipicio. En un tramo hay que bajar colgándose de unas de sogas. En la mayor parte es como bajar una escalera estrecha sin baranda. Abajo, el mar; hoy que está ventoso, era una furia o una fiesta de turquesas y verdes con guirnaldas de espuma. Una maravilla. Como digo siempre, ALUCINANTE.
El camino empieza saliendo de Kas por el puerto y subiendo una ladera, luego el camino se subdivide en dos, uno para los que quieren ir por tierra adentro y otro para los que se cuelgan de la soguita. Como iba sin más peso que la cámara y una botella de agua en el morral, me mandé por la soguita.
A medida que se avanza hacia arriba en la ladera, la ciudad de Kas va quedando atrás como una postal de casitas amontonadas en la bahía. Enfrente se ve la isla Castellorizo o Meis, isla griega. Algunos barcos van y vienen plácidamente. Se pasa por un par de playas y por varias tumbas lycias, sarcófagos y entradas en la montaña, luego, aparece entre aguas transparentes y azules, Liman Agzi, con su playa también, exclusiva y silenciosa metida entre los riscos. Me senté un rato, ya saben. Para no perder la costumbre.
Como se me hizo rápido y poco, y el tiempo acompañaba porque no hacía calor, seguí. Encaré la ruta Lycia para lo que vendrá y que tendré que rebuscarme para hacer de otra manera además de caminando -volando, nadando...
El sendero se mete tierra adentro, primero entre espinos y ortigas insoportables e ineludibles. Después se hace más ancho y llega a una cisterna abandonada. Siguiendo se pasa por varias playas recónditas. Al cabo de un rato pegué la vuelta y regresé a Kas por el otro sendero, el que va por adentro. Por éste, se pasa por otras ruinas, en medio de la arboleda, y a las que como si nada, algún descocado, les mandó graffiti colorado. Hay varias piedras con formas simétrices esparcidas entre la maleza y entre los árboles.
Lo que vendrá: me pierdo entre los puertos. A partir de mañana el rumbo me lleva por donde no hay más ruta que la ruta Lycia o la de los barcos. He leído que hay sitios en los que sólo podría caminar si fuera con alguien más -además de con el hombre invisible- alguien que pasara primero, al que alcanzarle la mochila, para pasar después.
Cuando se me ocurrió la idea de hacer la ruta Lycia me pregunté si podría hacerla sin compañía de otro humano, justo encontré la respuesta, no recuerdo si en el libro de Kate Clow o en la web, decía SÍ, PUEDE HACERSE SOLO. Sin embargo, luego, leyendo cada capítulo, recomienda algunas veces: no caminar este tramo solo -como el de hoy, el de la soguita-, o dice: si se va en grupo pasar las mochilas...
Nadie crea que voy a desconcertarme por eso. Yo sigo adelante. Y a partir de mañana, cuando no me alcancen las piernas, ni las manos para agarrarme de las paredes, o de la soguita, le voy a hacer dedo al primer barco que pase.
Para la próxima travesía, quiero un barco.

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