"Lleva a un hombre ciego a Lycia e inmediatamente el olor del aire le dirá donde se encuentra. El perfume acre de la lavanda, el aroma picante de la menta y el tomillo silvestre, se lo dirán."

Cevat Şakir, Halikarnas Balıkçısı (El pescador de Halikarnas)


domingo, 5 de junio de 2011

Día 3: Kavak-Alinca






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Terrible caminata. Los paisajes espeluznantes, rodeada de montañas imponente, de bloques de rocas enormes que crecían como monstruos de la tierra, y entre ellas, sobre ellas, desde ellas, árboles, pinos.
No salí muy temprano de Kavak porque me quedé charlando con Murat que tiene una moto y quiere hacer un viaje en moto por América Latina, así que yo en mi salsa, me entusiasmé y él tomaba notas. También necesita a alguien que trabaje en el camping así que si alguien está interesado… el lugar es precioso y tiene buena onda. Salí calculo que a eso de las 10 de la mañana. La salida estuvo bien, Murat me indicó y bien. Primero se sigue el curso de un arroyito, después hay que cruzarlo, no me hizo falta sacarme las botas porque está angosto y playo y se puede atravesar por las piedras grandes. Después de cruzar el arroyo el sendero, siempre pequeñísimo el día de hoy sube y no deja de subir casi nunca. Hay algunos metros llanos, sobre la montaña, pero desde el nivel del mar en que está la costa de Kavak se sube continuamente durante 3 kilómetros sin respiro y por camino escabroso. Este tercer día, para mí, fue el más cansador, pero acá estoy, en Alinca, adentro de la carpa que armé cerca de la casita de unos pobladores que me invitaron a comer.
Alinca es más chiquito de lo que imaginaba. Las casitas tienen su encanto, blancas y de techos de tejas con jardines de malvones y prados de manzanillas donde pastan rebaños de cientos de cabra.
Caminé un trecho con Leah, una chica francesa, ingeniera eólica, que trabaja en Estambul desde hace diez meses. Muy piola. Iba a paso más largo que yo pero cada tanto nos encontrábamos y estuvimos juntas al llegar a Alinca. Nos sentamos en la cada de Bayram Bay, que según el libro, internet y otras referencias, es el lugar indicado para alojarse. Leah siguió camino hacia Gey, y yo, hoy, hasta aquí. Bayram Bay no llegaba, pero vino un señor viejito, Ramazan, que me empezó a decir que todos YOK, que significa no hay, no están, no. El señor viejito agarró mis bártulos y empezó a caminar indicándome que en su ev (casa), yatak (cama), uyuyor (dormir). Menos mal que cazo más de una porque sino lo hubiera atacado con gas pimienta. No. Chiste. El hombre muy amable me guió a la casa que comparte con su hijo, su nuera Sadiqa, y sus dos nietos. Ellos me indicaron la zona donde podía armar la carpa. Primero me ofrecieron una esterilla para dormir pero les explique que yo tengo ev y yatak, VAR, que es hay o está, o tengo; y no YOK. Enseguida prepararon comida y agua caliente para el mate. Comida: yugurrr, aceitunas negras, tomate, huevos revueltos, buñuelos, pan casero. Me morfé casi todo! Menos todo el pan porque era mucho. Venía atrasado el tren de los montes Tauro.
Llegué molida. No me puedo bañar. No hay ducha. El baño es sencillo. Pero estoy bien, contenta, y disfrutando a pesar de las eternas subidas de este tercer día del paisaje que me rodea. De los olores a resina, del dseter baladía que prefiere Rashed en Jiftlik, aunque a mí no me gusta me recuerda a Palestina, a ciertas familias que echan dseter en el té. Disfrutando de las mariposas, de las arañas que tejen tan diestramente esas telas enormes, del canto de los pájaros. Hoy las montañas fueron más impresionantes que otros días. Desde Alinca se ve el mar y el primero de la Yedi burun que son las Siete narices y son cabos de tierra en el mar.

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