"Lleva a un hombre ciego a Lycia e inmediatamente el olor del aire le dirá donde se encuentra. El perfume acre de la lavanda, el aroma picante de la menta y el tomillo silvestre, se lo dirán."

Cevat Şakir, Halikarnas Balıkçısı (El pescador de Halikarnas)


jueves, 16 de junio de 2011

Día 17: Demre-Belören-Zeytin-Alakilise





Salí sin desayunar, bien temprano, para agarrar la fresca y que además me alcanzara el tiempo. Eran las 6 de la mañana y me llevé galletitas en el morral. Todo joya. El tiempo me sobró y no hizo mucho calor. Buena parte de la caminata fue con sombra y otra parte con cielo nublado y buena brisa.
EL camino es variado. Se sale de Demre por carretera, rumbo a Myra. En Myra se sigue varios kilómetros más por carretera hasta Gavur Yolu. Gavur Yolu es a mi parecer una zona horrible, pero está ahí. Es un valle pero con un río que ahora está seco y es un lecho de canto rodado con algunos manchones de agua. A la vera de este ex río proliferan miles de invernáculos de tomates.
La ruta Lycia se mezcla con cañerías de goma o plástico negro que traen agua a los invernaderos. El sendero es pedregoso, de piedras sueltas, revueltas, con pocas marcas. Es difícil entre el tomatal, abajo, y el resto de la colina, hacia arriba, no perderse, al menos al principio. A mitad de la colina el sendero es más claro y al final se pierde de nuevo porque hay casas y basura desparramada. El pueblo donde proliferan los tomates se llama Kutluca. Esta parte de la ruta Lycia se ve que no es muy transitada. En muchos lugares los arbustos tapan la huella del camino y hay que buscarla entre las ramas. Es confuso y no es pintoresco.
Después de subir la colina el panorama mejora mucho. La montaña está más virgen y hay árboles. El sendero sigue siendo de piedras, lo que en inglés se dice limestone, palabra que yo desconocía pero que la experiencia me ha grabado desde la suela de mis botas, para siempre. Tampoco sabía lo que era una yayla y ahora sé que son esas zonas de campo abierto donde se produce y se junta el forraje para alimentar a los animales durante el invierno.
Siguiendo con nuestro camino de hoy, muchas veces el sendero coincide con una carretera en partes asfaltada, pero sencilla, y en otras, de tierra. Es muy tranquilo. Anda poca gente, pero al llegar a Belören me encontré con la sorpresa de que hay un pueblo y vive gente. Digo que fue una sorpresa porque el libro de Kate Clow dice que es un pueblo abandonado, sin embargo hay varias familias, más que en Gavuraili donde hay sólo una. En Belören me invitaron a tomar té en lo Hüseyin y me convidaron con un pan casero riquísimo hecho por una vecina, Aise.
Saliendo de Belören hacia Zeytin se avanza por nuevo sendero en zigzag de piedras. Por este sendero se sube un barranco, se pasa hacia el otro lado del barranco. En esta parte me encontré con varias mujeres pastoreando cabras. Me invitaron a sentarme con ellas sobre la hierba y charlamos. El camino luego es más ancho, regado de amapolas, y se conecta con otro camino ancho pero sin amapolas.
La vista es fundamental. Las montañas son omnipresentes durante esa caminata. En Zeytin hay algunas ruinas lycias dispersas en el paisaje. También hay un par de casitas con sus pobladores y sus cabras. Algunas casas o chozas están abandonadas. Durante todo el camino hay pozos de agua y parece en buen estado.
Entre Zeytin y Alakilisi hay que bajar por un senderito angosto bordeado de arrayanes y arbustos calafatosos. Este senderito cruza toda la garganta amplia entre dos montañas hasta llegar Alakilise donde dicen que queda parte de una pared de la iglesia del arcángel Gabriel –yo no la vi- y donde no vive nadie.
Desde Demre hasta Myra son 3 km. Desde Myra hasta Belören son 7 km. Desde Belören hasta Zeytin son 4, y luego hasta Alakilise casi 4 más. Total 18 km. Yo hice el doble, 36, ya que subí y bajé a Demre. Lo hice con el morral y la cámara, sin la mochila y sin solazo, y no es pesado.
Mañana, si es que parto a Finike, haré lo propio por el otro lado de esta montaña. Creo que es una buena idea para quienes quieran hacer la ruta Lycia pero no decidan quedarse a dormir en la montaña. Claro que la caminata es doble pero vale la pena y es mucho mejor que pasar de largo.
Llegando a Zeityn, más que nada, esta parte del paisaje es hermosísima.

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